La isla de los ciegos.
Érase una vez una isla, donde vivía un ciego. Luego llegó otro y al final hubo muchos ciegos.
En el grupo de los ciegos, se formó un subgrupo, el de los tuertos, que por poco que vieran, su poder era inalcanzable.
Los que nunca dejaron de ser ciegos, aumentaron su oído, y al tener hijos entre sí, dieron vida a tuertitos de gran oído; los tuertos a secas, sin embrago, sólo criaban tuertos a secas; por eso al final te piden el carné del Club Náutico para entrar a los Arcos de la Noria.
martes, 14 de julio de 2009
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